22 julio 2007


Estaba de pie ante la puerta negra .En una habitación desnuda y vaporosa que inyectaba miedo. Un letrero errante, con la palabra EMPUJE, garabateada como un rastro sin señas. Lo hice. Un solo foco desgarrado, ambientaba el lugar. Al que entré, como quien no hubiese visto a través del espejo el contubernio de los amantes noctívagos.

Allí estaba. Gruesa y perdurable la inscripción de mi nombre. El cuerpo medio putrefacto, medio anodino, medio mío. Decidí levantar el acero que cubría la luz de sus ojos y elimine lo que obstruía su olor. Me miró. Feliz. Busco en mis ojos y sonrió.
¡Así que tuve miedo! Y escapé. Pero no de la sonrisa macabra. Escapé porque así tenia que hacerlo.

Me ignominé ante el enfrentamiento cuerpo a cuerpo de mi mismo.
Para regresar con la incertidumbre, a los pensamientos dulces y benignos.
Ahora busco saber quien soy para poder matar aquella cosa, aquel suicidio mental dispuesto a redefinirme.

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