17 agosto 2007

A tí



A ti

He aprendido a no flagelarme con tus recuerdos. Creyendo así en el baúl de las memorias. Memorizando en el presente los acontecimientos desapercibidos de nuestro pasado. Creyendo en los tiempos que pasan.

A ti que desnudaste mis desvergüenzas para hacerme batallar con tus colegas. Yo solo con la arma de ser cabizbajo. Tú con el poder de una afrenta. Fui yo aquel soldado que te desveló el misterio de mis sentidos, haciendo un punto frágil a tu incompetencia. Nuestro egoísmo cargado de deseo de ser el mejor, nos llevo a donde tu amante nos quiso ver. Con los nudos sueltos.

En mi mente vaga un astronauta que flota en mis remembranzas, haciéndome llorar por las batallas. Aquellas que perdí.

De señales te las he mandado todas, dando vueltas y dejándome aceptar por tus conceptos. Buscándole la raíz cuadrada a el circulo vicioso de nuestros sueños que se pierden paulatinamente.

La intensidad de mis gritos no llega a tu conciencia. He ahí mi derrota.

Tu ignorancia me hizo llorar las lágrimas de una celestina en las casa de babeo. Pero sin orinar rosas, sin ser un santo.

A tu personaje, le he creado miles de nombre e insignias de teatro. Fallando en todas. De creer en ti de ahora en lo que viene, ni Sarastro lo sabe.

A mi secuencia he intentado engañarme miles de veces, tratando de subir a donde flotan los electricistas, creyéndome la realidad de que vuelvo a estar ahí, con ganas de salir. Creyéndome a mi mismo miles de cosas del éxtasis de los problemas del conocimiento. Contigo he sido animista, gozando de tus placeres, sufriendo con tus errores.

Lo siento, pero deambular en el vacío nunca ha sido mi formar de curtir mis amores y borrarlos desde el ¨empecemos de nuevo¨. Lo siento, pero no puedes tocarme en mis sueños, pues te los tragas todos. Miro los cuentos del edoísmo de tus nombres, y solo encuentro escata. Así no se siente bien mi entrepierna. Lo siento, pero prefiero divagar.

Reinaldo del Orbe
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