19 diciembre 2007

Para entonces.


A el coloso.


Hoy con el lápiz entre los dientes y las palabras entrecortadas,
debo decírtelo.
Y es que estoy cansado,
cansado de esperar a que las cosas pasen, de despertar sintiendo una piedra fría sobre mi pecho, congelando mis lágrimas con el primer pensamiento matutino.
Todo proviene de ti.
Como artista puedo utilizarte para beneficio del arte, pero prefiero
guardarte como un tesoro, un hermoso baúl de sueños atrapados.
Eres importante Coloso.
Para cuando pasen los años mis parpados ya estarán cansados,
nadie puede esperar en base a una esperanza que se muere como planta vana, en base a una simple conjetura formada por simples preposiciones de tiempo.

Hoy he querido llenar el espacio de tu ausencia con mis libros,
te he escrito diez mil poemas en espejos rotos,
con mis manos toscas. Quieren tocarte.
Tú como mortal premeditas tu verbo al empeñarte en un punto fijo de placer,
logrando tus objetivos. Pero recuerda que yo como Dios suelo perderme en
el ocaso, junto con mis extraños objetos del deseo.
Ya sabes tú lo bien que me llevo con el animismo.
Lamento sentarme a divagar, guardando silencio sobre mi existencia,
preguntándote sobre viejos amores y nuevos amantes,
pero sabes que es inevitable.
Al menos mientras el coloso no se amanse.
Quizás si algún día dos independientes burbujas, volvieran a ser una,
mi silencio hablara sin sonidos, y mis preguntas se darían sus propias respuestas,
para entonces estaré de nuevo a tu lado.
Para entonces encontrare la perfección del que yace inerte.
Para entonces volverán los oscuros recuerdos de mi padre.
Para entonces volveré a despertar feliz contigo.
Para entonces volveré a amar.

Mi coloso

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