06 enero 2008

El Decimero

Décima de la cigarra de las parras


Se ha muerto mi cigarra
Que cantaba en la noche
En tiempos de derroche
La ha matado tu garra
Creando en mí una barra
Muerto a mano de espada
Ahora, no soy nada
Como una seca uva parra
A mi amor diste muerte
Con la punta envenenada

No existe la hablada cruz
Aquella que daba sentido
A quien busca su destino
En la vénula de su luz
Ha callado aquella voz
La que hablaba en el sueño
Con la furia y el empeño
De algún silente atroz
Qué dolor tanto que añejo
El que vivía en el amor

Un canto silente me mata
Quiero escucharte cigarra
Que mi espíritu desgarra
Y en el amor me desata
Mas su muerte a mi me ata
Al consuelo de estar solo
Me reniego a todo decreto
Corazón duro de concreto
Deseo otra nueva ronda
Aunque hiera mi alma honda

Vida nueva canto nuevo
Mi corazón queda perplejo
Veo la cigarra en mi espejo
Sin caparazón ni miedo
Apuesto a un nuevo reto
Por tu canto completo
De nuevo el amor esta dentro
Con su voz en firmamento
Que viva en mí la cigarra
Que resucita como las parras

Décima del Malevolo

Soy un siervo de la peste de Dios
Que ha venido a volverlos difuntos
Causa de cambio de duelo y dolor
Estoy enviado a matar un conjunto
Solo una tela negra irá adjunto
Al luto que vestirá tu corazón
No soy frágil, más si ajeno al llanto
Que viajará por las lágrimas negras
Esfumados sin risa en todo su ancho
Por las meras pieles de tu quejas.

Tu efímero dolor, es placer y victoria
Pedazos de almas desnudare de tu cuerpo
Sin piedad mientras me vista de gloria
Como cuervo abriré en tus cenizas un trecho
Con el mero desguace de tu corazón estrecho
Aquella sonrisa mordaz que antes emanabas
Se esfuma tu voz, no dirás mas que nada
Solo un gemido de tu espíritu en oración
Mientras tu cuerpo se pudre con mis palabras
Y llegare a ti, mientas la muerte te llama.

Décima del primer cuchitril

Que toxica la noche en que me baño
Con la nicotina la peste y el sudor
Que desagradable el aliento que emano
He perdido noción de vida y de pudor
Asquéate. Recuerdo fortuito del amor
Silencioso y negrusco aire de la noche
Verso poético que escriben mis manos
Sucio y embarrado en tiempos de antaño
Donde muchos satisfacen su derroche
Viviendo placeres, uno por cada noche.

Que toxico el día, que negrusco mi sol
Clave de piano que cae en mi arcano
Como un grito de boca de muerto sano
Limpio y puro, aliento de aerosol
Que emano de mi manto, altar del corazón
Tosca mi vida, problemas de ambición
Me mato despacio, y me siento sin razón
Seré o no estaré, pagina mártir de luna
Sombra de mí ayer, igual que espuma
En el infierno de mi ser, como loca duna

¿Como será mi lengua muerta a un puñal?
Igual que el filo de mis mentiras perdidas
Que destrozaron mi miedo, mataron mi vida
Cosecharon mi inocencia, culpable lo carnal
Volver como luz azul, siempre alumbrando
Con la risa en mi llanto, burla de lo extraño
Me aferro a lo conocido, aquello sembrado
Corto mis versos lejos de lo encorvado
En pensamiento fugaz, que adule a lo pasado
Raro y negro. Adiós en mi boca de muerto

Décima del segundo cuchitril

Qué voraz es la noche que me alimenta
¡OH! cual sollozo se agitan mis ojos entumecidos
Por consecuente quisieran ver un poco
De aquella viva y fugaz agonía
Ay, que grito amada mía
Que infeliz me siento al verte atada
Una desdicha a mí vivir verte anclada
Al hierro, y la soga de herejía.

Solo me queda el recuerdo de tu rostro
Al ver como despacio te besa la muerte,
Como flauta y espectro inerte reblandecido
Ha venido a llevarte consigo
A petición de un pueblo sucumbido
Que demuestra su ignota mentalidad
Llorar no es más que mi consuelo
Más que un retrato hecho por un díscolo pintor
Que ilustró tu rostro entre la sombra y el color
Para que pases de ser mi sol, a un relicario
Que con ansias guardo, junto a mi corazón.

Décima por aburrido


Reducido a un huevo saltaparedes
Ancló mi corazón a tus redes
Sucio y porcino como un cuchí
Desviado al recodo del tafí
Vértigo de sangre, sombra vil
Lloran solo sal mis ojos
Como esclava en fiesta dionisia
Criada, loca, tu sierva y nodriza
Ambiguo recuerdo de todos a prisa
Dolores de lejos, que solo recojo.

Cucufato; nelótico de tu imperio
Trágame dionea, no tengo criterio
Préndeme un engaste al cuello
Y sumérgeme al abismo de aquellos
Que hastían en el tiempo el dolor
Paga mis penas con el peso del hombro
Vuélveme cenizas y escombros
Y aparta el agobio en tu dulce calor
No desatines mi frío asombro
Hablo por dos, no por estar solo

Hiéreme otra nueva vez
Planta toxica y vegetal
Termíname de matar
En los campos de Aranjuez
Dicen los falsos poetas
Que se vive solo una vez
Me redimo en falso anacoreta
Retornare a cobrarte probeta
Duelo a lo bajo de un quincho
No encaja nada, solo capricho

Décima para un momento indeseado

Y se despidió su niñez
Sin volverla a ver
Era ahora toda loca
Con los ojos muy lejos
Y un reflejo en el espejo
Mostrando su miedo
El más intimo deseo
Un sueño destruido
Y un matiz ajeno

Él juró serle fiel
Por momentos también,
Y el ancho pensamiento
Gira todo a paso lento
La música de la ira
Una voz desconocida
El pecho medio vacío
Un televisor en vela
Y los ojos de una negra

Te largas, te marchas, te exilio
A la escoria de un beso tranquilo.
Lo siento, no son más que hijos
La vida no es todo suspiro
No aguanto, ofuscada careta
Sucia, vestida y rasgada
Auxilio, será el suicidio
No vivo, tampoco respiro
Vuelve tarde a casa. Tranquilo

Una vez juré obedecer
Pero cambian los sentidos
Entre el rumbo del horizonte
Cambia todo conmigo
No se si fue todo del bien.
Pero palabras se rompen
No me importa lo que toques
No soportes esta pena…
Y rompe la cadena

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