14 febrero 2008

A Graciela Kidd


Hoy me han golpeado los gritos de mi ignota conciencia
mi vitalidad subyace ante la taberna de los oportunos
el tálamo, lóbrega desnuda donde muere mi sutilidad,
mientras me oscurezco en mis petardas,
palabras sorprendidas y voces calladas.

Mi cuerpo es una tumba de espantos rotos
mi voz una bomba de gritos pedregosos
en mis ojos un desatino enmondado
quizás en mis manos, un golpe de desdicha.
Por las efigies de mi mente Dios arrastró mi llanto
me hizo doblegar mis palabras, y gritar.
Como grandes fieras y enormes espantos.
No deseo tener un alma llena de gusanos.

Es tan difícil ser simplemente yo,
expresarme sin temores, abriendo mi voz
a los oídos tiernos que siempre me rodean,
aquellos que se arraigan a mis morfemas,
que confían en mí, y lloran mis penas.

Es fácil sentirlo, pero difícil expresarlo
No quiero estar nunca sola, ni hoy ni en el letargo
y aunque a veces me pierdo en el ocaso, un recuerdo
siempre invade y parte mi vida en pedazos.

Pasan los días, y mi cama llora
mientras voy arrastrando mis labrios pringosos por el suelo
y en la dermis de un vatio divino me vuelvo a dormir.

Las miasmas de sus recuerdos me hacen dormitar
mientras el pensamiento viaja flotando, y descubriéndose.
Quiero compartir con todos
Animistas, teatristas, folkloristas, poetistas, alquimistas
No quiero estar sola
Con todos quiero compartir mi vida.

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