Una canción
derrama un escalofrío tormentoso en mi cabeza
mis pies siembran la vitalidad de mi pasado
mi cuerpo
cansado deja caer su toga, no detiene el llanto
una ventana corporal salpicada de polvo
mil sogas
intentando hacer fuerza de rozamiento evitando
los mismos errores pretéritos no recordados.
Un numero, un sabor, una presencia,
ese color café oscuro que te delata,
un olor extraño
un labio grueso y perdurable, abertura donde se metía
sin descanso mi sangre.
Brotando el dolor por una canción,
hálitos de sudor expiden las paredes,
quiere abrirse la llave.
La llave de las espinas donde explotan
las ternuras
mi rostro quiere brotar las lágrimas de babeo
mis cenizas
arden y atizan
recuerda
que cuando lloro
nunca vuelvo.
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