21 mayo 2008

Laberinto


He encontrado en venta
libros apócrifos que esconden los vicios
colmenas de los laberintos protectoras de secretos.
El pelo se chamuscaba con palabras santas
como erizos marinos que esconden voces fantásticas,
mientras del cielo llueven cenizas rojas.

La primera hoja era verde
me leía desde la frente hasta los pies
cual si yo fuera una sombra de Dios revelada
como un segundo Satán con lengua desvirgada
como la selva desconocida.

Me desafió por primera vez
ante la vida, ante los sueños, ante lo que se,
y las maravillas se llenaron de ansias que no comprendía
la locomotora de mi pecho cesó por esta vez
y fue como un espanto que erizó mi piel
olvidando lo que soy, sin aprender nada.

La segunda no era capaz
solo me observaba entendiéndome en los rincones
mientras yo no entendía nada, de secretos y vicios
y entre claridades y principios que multiplican
los golpes y los saltos entre líneas
fui enredándome entre el misterio.

Las demás me buscaban
cumpliendo mandatos y dictándome párrafos
como un dibujo mumigrafiado de escritos
constriñendo las verdades de un mundo soltero
entre tantos matrimonios que ponderan un seudo-misterio
entonces me trabé.

Mis ojos se cegaron
cual si fuese una embolia a mis pupilas,
y entre la brisa mi yugular fue trabada,
fue así como conocí el secreto de la vida y la muerte,
con el poder de desafiar a los señores de los truenos
del aire, del fuego, del agua, y de la tierra, de la sal,
y con el poder de regir y gobernar a voluntad.

Tuve que callar para no develar
y cegarme para no expresar con mis ventanas.

Así fui el hombre más fuerte entre los fuertes
y el más débil entre los débiles.

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