27 junio 2008

El inmigrante



















Por la calle de alguna región
me encuentro perdido en los humos de la ciudad
las baldosas bañadas de nostalgia del cielo
tienen la estampilla de mi resbaladura
como una marca de nacimiento, mancha endiablada,
recorrí la trayectoria a merced de ladrillos
hacia un futuro incierto, baldío.

En mi bolsillo no guardo papeles
los libros no reconocen mi nombre verídico
en todo paso escucho el crujir de mis zapatos
el sonido del reloj es un mugido que asusta
la calle continúa siendo negra y llena de musgos
en el pasado mi propia miseria humana
un sabor a pobreza que me persigue.

La esperanza llueve sobre mí
como la matanza sobre los desesperados
tras mi mochila dos hijos, y colgado de mis labios
el recuerdo de un roce que afianza mi vida
los pestilentes trabajos son de fuego
ato mis vicios a la cuenca desaparecida
otra vez solo.

Un niño se me acerca
¿Cuál es su nombre? Señor de sombra negra –pregunta-
un número de aplausos entrecortados golpean
una y otra la fortaleza de la virilidad
en la ciudad donde la región te devora
Tras mi sombra me persigue mi pasado.
En toda la ciudad me llaman el inmigrante.
donde las calles se tragan tu nombre
y el humo te ciega para tropezar, las baldosas
se venga resbalando tus pasos.

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