03 agosto 2008

Confesiones a mi madre


He pasado mi vida sin dejar huellas,
más que en el corazón de mi madre.


El recuerdo de que existo la mantiene viva,
sus manos por mi, ya estan cansadas.

Ella ignora que me disuelvo
como sal gorda en la cocina.
Sus palabras llenan la tina
de una ración que me alimento,
como lasciva monja en convento
ella ignora mi alma perdida.

Un hombre que amé por sus negros labios
rehuyendo al día de todos sus dardos.
Un hombre que amé como un recuerdo
mientras él amaba, a un hombres cuerdo.

La locura es mi cordura, por eso pierdo.

No soy santo,
creo que Dios lo sabe,
por eso lo maldigo.

He compartido bajo la noche
cama con amigos
continuando la cadena del derroche.

Aspirantes, compañeros de viaje,
algún desconocido
en un lecho han estado conmigo.

Creo que soy una sombra común
grisácea como Europa
y desnuda a quien provoca.

He estado solo
He pecado solo
He amado solo
y continuaré con otros, pero como siempre solo...

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