A Markus HedigerSeguía inmovil;
el sol y la luna le lamian el cráneo
empalagado, la vara de oro firme.
Un puro al ojo;
como el gigante de universos
desiertos, sandalias de granito.
Que sorpresa;
en tu mano se lleva, consumiéndose
la muerte, uno a uno los petardos.
El hombre tre cree satisfecho
la naturaleza no te identifica
el pajaro de Dios golpea tu cabeza.
Millones resguardados te tocan
uno agolpado a tu cimiente.
Tú, exploras lo poco en silencio.
Sigue durmiendo;
mis canas se sumergen en tu vida
mientras la vida pasa de ti.
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