24 noviembre 2008

Parasito


Digame usted;
!como osa tener voz
semejante parasito!
¿Quien ha sido el Dios de cristal,
que lo ha sacado de la ciénega donde
habitaba en silencio.

Algún inmortal que concurre tabernáculos agrestes
sitiando al mundo frente a un impostor de falcos,
ante el matador de palomas marianas.

La boca del planeta se sella,
antes sus palabras blancas con sonidos calvos,
y su lengua acre llena de moho me azota.

En un tiesto eléctrico descansa el geranio,
mas ciego que la salamandra del ciclope,
incluso las viudas no pisan su sombra.

El estuco candente está lleno de arcos
la barriga creciendo entre la pampa de las cibeles
mientras el viajero camina sobre el itsmo de sus petardos.

Fueron 17 soles los que duraste oculto;
el saco de neondertar fue renunciado a tu culto
y te lanzaste como autor de angustias.

Tu traje de iniciado revestido de lunas
fue el arma seductora del pecado. -Cuanto engañas-

Cientos fenecieron a la bondad de tu sangre
revestida de concuspicencia, de arpía, de esfinge
griega de baja calaña con reales utopías.

Yo aireaba versos con mi lengua de lagarto,
como mando resilente con mi pólito habito perruno,
aun así fui el peor enmendado !in extremis!

Una potación dentro de la jarra de perlas
engullaste como anélido hambriento, como coloso,
dejándome a cuestas anclado a tus anchas.

La lepra de tu recuerdo dejó rechines en mi dermis,
manchas de cancer, y una traqueotomia en mi quinto cuerpo,
mi mundo ha vuelto a asfixiarse.

Sigues como parásito navegando entre caracoles
buenos, inocuos, tragandome cual espejo
que devora entre pasos aqui te pillo aqui te mato

No tengo bipolaridad catatonica en la crespa de mi mente
me dejo conducir por tus espamos de muerte.

La tachuela se aligera entre pasos, mientras
dicen que estoy loco y lleno de parasitos sin hambre,
yo me reinicio, entre las sonrisas del cadaver.

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