28 agosto 2010

Cuando la premonición de la muerte se vuelve poema



Una bola suspendida sobre el hilo delgado que sostiene la uña
abajo, varias gotas enredadas entre un cubo forman el coloso
y la redondez del péndulo se precipita, y oscila.

El hilo corta el aire mediante la acción precedente a un silbido
mientras un eclipse deserta, para segundos mas tarde,
convertirse en una figura amorfa y concubina del silencio.

El agua otra vez refleja una cara gorda y redonda,
mientras se descristaliza y se adormece para reparar el rostro,
aun así, el reflejo sigue insinuando intenciones.

El papel teñido sobre la mesa de noche
observa a un minuto que pasa, y se detiene
a la luz amarilla de la lampara que saluda, y luego pestaña.

El agua ahora está quieta, y el hilo en el suelo,
alguien escribe sobre el papel, y la luz pide ayuda, vuelve y pestaña
y la enorme esfera lee: Epitafio.

Nadie habla pero todos disimulan, y la sombra de la cerúlea
por segundos es radiante y ruidosa como quejándose de algún dolor
más ignorando los segundos, y el minuto que sigue detenido.

Es el último que ha llegado
y cierra la puerta, nadie más pasa
tampoco nadie se aproxima.

El sonido del mar entra a galopes por la ventana, y con sus brazos
acaricia a la futura amante de sus calcáreas noches,
que dormirá entre el seno de su providencia
beberá de su aliento y juzgará a su lado a los marineros perdidos
cuando el imperio rocoso de su profundo sueño llegue
para despertar donde nadie oirá sus gritos.

La luna cierra los ojos y da paso a las sombras, el agua tiembla
el hilo pendiente se descuelga, y la uña dividida en trozos yace sobre el suelo
la luz se oculta, pero el minuto sigue detenido
y entre sus brazos ella duerme para descansar
cuando la premonición de la muerte, se vuelve poema.

Todos los derechos reservados

1 comentario:

ginesta dijo...

SI NO TE EMOCIONAS NO ERES

SI NO EMOCIONAS NO HACES

¡ESTOY EMOCIONADO CONTOGO¡


SALUDOS JAUME.....