09 agosto 2007

Dicotomia De Los Astros

DICOTOMIA DE LOS ASTROS


1er. acto

Astriflamante:
Yo soy la Reina Astriflamante. Quisiera ser luz.
Y entre la luz y la noche me vuelvo sombra,
Y como sombra estoy harta de que las mismas sombras
Se me escapen de las manos.
Como noche. Como Luz. Como sombra.
¡Ay!, que perplejo se quedó tu rostro
Al vislumbrar en el universo mi efímera sonrisa
Que feneció en lo perplejo y amargo del llanto eterno.
Esta es mi cara. La oculta. La desnuda.

Soy blanca e infiel
Hecha de espuma
Domino las musas.
Monte de brumas
Que no falte alguna
De maldiciones todas
Que cancelan mi boda.
Deseo a ti aferrarme
Para no flagelarme.

Este es mi llanto. Esta es mi historia.


Sarastro:
Yo soy el que profesa. Sarastro. Diáfano, abstracto.
Cuanto ansío tocar las sombras
Sin que estas se diluyan entre mis manos
Se fluctúen en el espacio
Volviendo así a la cuna de su astro
Como día. Como luz. Como (…)
No, no tengo acceso a ellas. Las sombras
¡OH!, cuan sollozo se agitaron mis ojos
Al ver tu morbica sonrisa
Que feneció en el orficio del tiempo.
El deseo de fusionarnos ha sosegado mis días
Y ha martillado mis (…) solo mis días.
Como astro. Como ser. Como sabio.

Dicotómico es el traspié
El de mis absurdos.
Lanzo el rayo sin piel
El de mis insulsos.
Dones que acumula mi ser
Y se oscurece la mancha
En lo que quiere parecer
Y toda en su banda ancha
Como el eco de tu pecho
Cuando el daño es un hecho.


2do. acto

Astriflamante: ¡Sarastro!

Sarastro: ¡Astriflamante! Siento la profunda necesidad de tocarte.

Astriflamante: Y yo, con mis dedos llenos de escata no soy capaz. ¡Que desgracia! Tengo corto los sentidos.

Sarastro: Es la ley

Astriflamante: ¿La ley de quien?
¿La del universo?
¿La del superior?
¿O la del amo del círculo del sol?
El sumo sacerdote

Sarastro: Simplemente es la Ley

Astriflamante: Pues dada la situación, tendré que admitir que tienes razón.
¿Cómo puedo yo una simple sombra ir en contra de un sumo sacerdote?
¿Tratar de hacer que se escuchen mis palabras?
No.
Imposible.
Pero existe algo que si puedo hacer.

Sarastro: Me molesta el tono en el que dices las cosas.
Tampoco me agrada esta situación. Pero en vista de mi posición de iniciado de la logia del sol, y como discípulo de los tres templos existenciales. Sabiduría, paciencia y templanza. No puedo desobedecer.
Seria un mal presagio para mi reputación y mal ejemplo para los demás iniciados.

Astriflamante: ¿Ni siquiera el amor puede hacerte cambiar de idea?

Sarastro: ¿No es cuestión de gustos? Es cuestión de ley.

Astriflamante: ¿Sabes que pienso de la ley?

Sarastro: Modera tus palabras.

Astriflamante: No me amenaces. Menos ahora que ya tengo todo planeado.

Sarastro: ¿A que cosa te refieres?

Astriflamante: ¿Ves este puñal?
Lo he afilado para Deux
Tú, debes matarlo. Y traerme ante mí el círculo del sol.


Sarastro: ¿Pero Astriflamante?

Astriflamante: ¡No digas mas nada!
Mi corazón arde con toda la venganza del fuego del infierno. El odio, la muerte y el puñal de la desesperación me rodean. Deux debe conocer la muerte a través de la mano fría de un puñal. Si por ti, Deux no conoce la muerte entonces dejare para siempre de amarte. Abandonado estarás para siempre, despreciado estarás para siempre. Solo estarás para siempre.
Abandonado. Desdichado. Solo. Despreciado
Estos son los deseos de un astro que ha sido creado para vagar por el universo, arrastrando las cadenas del sufrimiento que tiene atadas al corazón.
Tú, debes ser sigiloso en tus pasos, taciturno en tus voces, y ser falso en las sinagogas para que nuestro plan se de acabo.
Estoy harta ya de esperar los milenios, esa malditas cifras decimales donde la voces del pasado hacen reminiscencia en el presente y te amenazan con perseguirte en tu futuro.

Varias cifras y pedazos de tiempo ya he visto desprenderse.
Y aun no he podido tocarte.
Cientos de milenios van y vienen mientras yo envejezco haciéndome más sabia.

Debemos escapar de ese fantasma que nos tiene prisioneros en su efigie mental.

Ese fantasma llamado esperar.

3er. Acto




Sarastro: ¿He de cometer un asesinato?
¿Que debo hacer?
¿Qué alguien me ayude?

Sarastro:
(Le habla al puñal que tiene en sus manos con el cual planea quitarse la vida)
Ten paciencia amor mio que pronto estaremos juntos.
Nos fusionaremos como dos burbujas que se vuelven una.
Tú en mi carne, en mis venas. Yo con la mente insípida llena de penas.
Nuestras esencias ya no serán dos, y por fin podré ver las sombras.
Lastima que estas sombras no serán las sombras de los astros.
Serán las sombras de la oscuridad, de la muerte, del llanto, de las lágrimas.
De la peste, de la agonía y del sudor.
Sé en que lugar me pondrán.
Junto a el estercolero. Con mi cabeza enterrada en el fango lleno de arpías, de hiedras, y entonces comenzaré a divagar en los campos de mi conciencia.
Y entonces contare los milenios.
Y pasare toda la eternidad tratando de descifrarlo.
¡OH! Reina Astriflamante, tu maldición me persigue.

Papageno: Joven dulce con cara de alabastro, mírame. Y al hacerlo que tus ojos se impregnen de la belleza del día y las sombras de la noche abandonen tu alma, liberando las cadenas de tu corazón.

Sarastro: Quiero morirme, pues la mujer a la cual nunca podré odiar me ha mandado a matar. Pero el monstruo de su maldición es tan poderoso que ha tomado vida propia y se ha abalanzado sobre mi corazón. Haciéndome prisionero de un gran odio y desesperación, que no puedo soportar. ¿Conoces forma de hacer que Astriflamante me quite esta maldición? ¡OH! Ayúdame.

Papageno: Ni siquiera Astriflamante podría ayudarte. Solo tú puedes.

Sarastro: ¿A que cosa te refieres?

Papageno: No te lo explicare pero te llevare donde ella para que entiendas lo que digo.

4to. Acto

Papageno: Mírala
Será sencillo
Sácale el odio de su corazón
Con las palabras, con el canto que hace que las palabras suenen dulces.
Adelante.

Astriflamante: (Para si misma) Estoy vieja y acabada. Tantos milenios, tanto tiempo pasar, y estoy vieja sin conocer a un amor. Quisiera volver a los 17.

Sarastro:
Volver a los diecisiete
Después de vivir un siglo
Es como descifrar signos
Sin ser sabio competente
Volver a ser de repente
Tan frágil como un segundo
Volver a sentir profundo
Como un niño frente a Dios
Eso es lo que siento yo
En este instante fecundo.

Astriflamante:
Mi paso retrocedido
Cuando el de ustedes avanza
El arco de las alianzas
Ha penetrado en mi nido
Con todo su colorido
Se ha paseado por mis venas
Hasta en la dura cadena
Con que nos ata el destino
Es como un diamante fino
Que alumbra tu alma serena

Sarastro:
Lo que puede el sentimiento
No lo ha podido el saber
Ni el más claro proceder
Ni el más ancho pensamiento
Todo lo cambia el momento
Cual mago condescendiente
Nos aleja dulcemente
De rencores y violencia
Solo el amor con su ciencia
Nos vuelve tan inocentes

Astriflamante:
El amor es torbellino
De pureza original
Hasta el feroz animal
Susurra su dulce trino
Detiene a los peregrinos
Libera a los prisioneros
El amor con sus esmeros
Al viejo lo vuelve niño
Y al malo solo el cariño
Lo vuelve puro y sincero.

Sarastro y Astriflamante:
De par en par la ventana
Se abrió como por encanto
Y entro el amor con su manto
Como una tibia mañana
Y al son de su bella diana
Hizo brotar el Jasmin
Volando cual serafín
Al cielo le puso aretes
Y mis años el diecisiete
Los convirtió el querubín.

Astriflamante: ¿Sientes la diferencia de cuanto se siente amor?

Sarastro: ¿Y tu? ¿Sientes la diferencia de cuando no se siente odio?

Astriflamante: Entonces nada de esto ha valido la pena

Sarastro: Claro, has sentido el amor.

Astriflamante: Pero te quiero para mi solo

Sarastro: Soy tuyo amor.

Astriflamante: Y donde esta el circulo del sol

Sarastro: No he llevado a cabo tu macabro plan.

Astriflamante: (Para si sola) Malditos iniciados. Malditos sacerdotes. Maldito destino.

Sarastro: Mujer, calla, que cosas dices.

Astriflamante: Mi alma no tiene consuelo

Sarastro: (En voz alta, como si predicara en una sinagoga)

Mujer, es tiempo de decírtelo. Ha llegado mi hora. La hora de bautizarme en los iniciados como un sumo sacerdote. Ha llegado mi hora. Dejo todas mis riquezas a ti y a todos tus seguidores. Es hora de que te resignes y te dejes llevar por astros, supremos, sabios. Tu deber es que tu y todo lo que te rodea se cabizbaje y acepte la idea de obediencia, dejando aun lado la rebeldía.

No intentes lograr lo que esta mucho más de lejos del alcance de una mujer.

(Mientras Sarastro va pregonando su discurso, la reina astriflamante se va llenando de odio mientras recoge su puñal y de forma muy suspicaz se abalanza hacia sarastro y le clava el puñal)



Astriflamante: ¡Infeliz Sarastro, vas a perderme para siempre!

Sarastro: Reconsidera mi oferta, seré sumo sacerdote mientras tu gozaras de mi riqueza.


Astriflamante: (Toma a Sarastro por el cabello mientras coloca el puñal en su yugular)

Mi corazón arde con toda la venganza del fuego del infierno. El odio, la muerte y el puñal de la desesperación me rodean. Después de tantos milenios de desasosiego y paciencia para unirnos y ser amos del circulo del sol. Tú. Dispuesto a redefinirte, dado una mirada atrás y abandonas a la noche. Has derramado las tinajas de rabia, de ira, y has desatado mis demonios de la tempestad. Siento en mí ser los efluvios de los dioses de la venganza y los vértigos de los diabólicos desenfrenos del ego. Nunca había sentido la noche había sido tan densa y tan oscura como hoy. Conocerás la muerte a través de la mano fría de un puñal.

¿Quieres razones mi sumo sacerdote?
(Se ríe en tono de burla)

Porque ha llegado tu hora. La de ser un sumo sacerdote.
Y porque ha llegado mi hora. La de resignarme.
Pero te advierto que la noche no tiene que ser cabizbaja ni obediente
La noche es la negra. La oscura. La verdadera eterna. Y te recuerdo, que mucho antes del universo escuchara la frase: Hágase la luz. La noche ya existía. Mucho antes de que el tiempo empezara a contarse, mucho antes de tu existiera.

Somos más viejas. Por ende más sabias.

Dioses de la venganza, aquí tiene un motivo por el cual burlarse de la existencia.

(Hablando para el público)

¿Quién dijo que la luz siempre reina entre las sombras?

Reinaldo del Orbe. Basado en “La flauta Mágica” de wolfgang Amadeus Mozart.

Los versos dialogados son de las décimas de Violeta Parra (Volver a los 17), y un monologo de la Reina de la Noche la primera frase es extraída del texto original de Emanuel Schikaneder.

Todos los derechos reservado

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