Somos valientes, en un campo de batalla sumergido en lo imaginario y lo tenue, donde los guerreros son esclavos, y los esclavos amantes sexuales. En la mañana se observa el sol desde lejos, por detrás de las montañas calcinadas del fuego.
El suelo suele ser liso y arcito, lleno y reforestado en silencio y choque de pinos, la batalla empieza con el levantamiento de una espada de doble filo, que es capaz de cortar a leguas el tiempo y el agua de un cactus por la edad carcomido.
En aquel campo enternecido, a lo lejos se divisa a si misma, una faz llena de brillo, una hoz esta encolerizada por el pueblo y su ignorancia, de una cueva nefasta sale el eco de la palabra, blanca y arraigada de la fuerza cabizbaja.
Se es visible en el monte los clavos, maltratos y azotes, que fenecieron el lo amargo y agrio del llanto interminable, con espadas y navajas la lengua encarnada en una boca santiguada se volvió nada.
Lo liviano del suelo negro no pudo más flotar, por el celo de temer antes de servir, con el fuego azul que usa el que manda en dicho umbral, en el cual, el deseo lascivo y fallecido, de un señor engañado y embriagado, con un copal de vinagre de hiel lo hizo llorar.
El suelo suele ser liso y arcito, lleno y reforestado en silencio y choque de pinos, la batalla empieza con el levantamiento de una espada de doble filo, que es capaz de cortar a leguas el tiempo y el agua de un cactus por la edad carcomido.
En aquel campo enternecido, a lo lejos se divisa a si misma, una faz llena de brillo, una hoz esta encolerizada por el pueblo y su ignorancia, de una cueva nefasta sale el eco de la palabra, blanca y arraigada de la fuerza cabizbaja.
Se es visible en el monte los clavos, maltratos y azotes, que fenecieron el lo amargo y agrio del llanto interminable, con espadas y navajas la lengua encarnada en una boca santiguada se volvió nada.
Lo liviano del suelo negro no pudo más flotar, por el celo de temer antes de servir, con el fuego azul que usa el que manda en dicho umbral, en el cual, el deseo lascivo y fallecido, de un señor engañado y embriagado, con un copal de vinagre de hiel lo hizo llorar.
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