Continúo haciendo parodias,
vuelvo y reposo ante el genio de mi poesía,confundiendo temporadas.
Tratando de crear puertas,
de tocar tus encantos,
tratando de seducirte con los míos.
Mis ojos son dos acueductos de sangre
que sobornan tus emociones. Reflejo
de lo más intimo del alma.
He decidido darme un tiempo.
Busco los poemas bilingües
de mí querido cuerpo,
de mí querido corazón.
Ninfa de las prosas sobrevivientes
que ansían ser llamadas. No se hagan sordas
a mis voces transparentes.
¿Quién las necesita?
¿La muerte, el jilguero, el cenzontle?
La necesita el escritor de labios encorvados
que no desiste.
Hoy las llamo con el pecho abierto y
el beso roto. Sordera de mis miradas funestas,
de mis deseos insatisfechos.
He intentado derretir los lienzos que embadurnan
de nada el charango de mi voz.
Solicito una vez más la tortura.
¡Auxilio!
Me descalzo bañado de sangre en el mar
de las hojas en blanco, ¿Dónde está la ciencia?
¿Dónde está el arte?
¿Dónde están las Diosas?
¿Dónde están las musas?
Se me han agotado las palabras,
tengo ganas de estar en lo que nunca será.
La necesidad de pertenecer.
De tener. De no ser común.
La necesidad de ser un semi-Dios.
Mírenme que no me escondo, no disimulo
mi sangre. En la vénula de mi luz corre sangre
plateada. Sangre de los Dioses. A pesar
de ser mitad mortal.
Dioses.
Semi-Dioses.
Mortales.
Razas descompuestas, anormales,
victimas del amorfismo,
psicodélicos, transeúntes.
Alguien me puede decir donde
se esconde las inspiradas Diosas.
¡Maldita sea!
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