21 mayo 2008

Esperanza



Por un pedazo de mi sangre, las noches del cosechero
se rinden ante la esperanza vana
por unos cuantos jobos maduros, las razones de los muertos
abandonan sus maquinas purgatorias
por los amaneceres rojos, el río inerte abandona sus musgos
en la mina del pueblo cercano.

Soy el niño que canta, regresando con sus bestias
a devolver y traer lo ganado
adentro el paisaje siempre es otoño seco y caucásico
una melodía de las hojas se resbala
y cae sobre el arenaje cual si fuese regalo del cielo
madre: los he escuchado cantar.

El rostro de la casa era deforme, como turrón de azúcar
mi madre reflejaba la espera
el amor de lo creído siempre me dolió ante lo no pertenecido
la cántara otra vez vacía
la leche de nuestra esperanza es amarga, con manchas negras
y una blanca bolsa llena de sinsabores.

Debajo de la tierra, siempre nos esperan los hongos.

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