25 enero 2009
Mota
Un hematona que muerde el parpado y salpica
palabras burdas
invoca a los dioses de blanco
al fierro de sus navajas, al tan acostumbrado
quejido calvo y seco,
que desvaría al lastimar la el ojo.
El cuajo de carne resalta invisible a la visión
pedazo gris y pueril del adepto
cosas extrañas
el espejo lo retrata blanco y redondo
vecino del iris
y asilado; como una basura en el espacio.
Con la aguja la pincho y al dentellar explota
y la sangre anuncia
entre gritos y cantos de masculinas sirenas.
No quiero ir al olimpo ausente de color,
prefiero un chasco
y el dolor entre pasos de gigantes. - Se que al tiempo todo desaparecerá -
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