11 febrero 2009
El niño
El niño de la urbe -presagio de luna-
llora dolores
en tiempos de cuna; su aterciopelado
cae en la herrumbre, como lágrima vana
Dios de la duna.
El crín de su sombra asciende a la cerúlea,
musica de muerto
descomponiendo el cadaver; hiende al espacio
las piedras que llueven como sonetos de fuego
y llora, llora.
El arbol y el cielo conversaban a bocajarro
grandes serpientes
que se abrían despacio; tocaban la tierra
y desenterraban el cofre a sueño taciturno
aguaojo del infante.
El niño tenía madre: blanca y calva. Sombra radiante
en forma de O
Su padre el retrato de una foto amarilla
sin embargo, no tenía principio ni lugar
más no era inmortal.
La magdalena de su cabello en llanto onírico
tragó el mundo
dió luz y oscuridad, he hizo la negrura eterna
floreciendo cual espina en tallo de odio, en mestizaje
de bestias.
Todos los Dioses gritaban: muerte al niño, muerte al niño, muerte al niño.
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