29 noviembre 2007

Yo tampoco te buscaba


¿Seré dueño de mi propio yo?
sueño diciéndote torpezas, encerrándote
en recuerdos agitados
nublando mis oídos para no ser cómplice
y esclavo de entregar un cofre vacío
sin joyas derrotadas.
¿Te da miedo mirarme?
¿ignominarte?
En dos mundos vivimos y en uno dormimos
entregando las libertades
a los feudales rotos.
Me marchito desojando margaritas
viejas,
graznidos de cerdos, muecas del viento, sonidos
tenebrosos. Saludos infames.
Hipocresía.
Llaves rotas que dicen las sumas del aire.
Labios perdidos que no esperan romperse.
Llanto acumulado escondido tras el recuerdo
de fantasmas del espanto.
Esporádicamente he vuelto a refractarme.
Míralos,
¿Que te parecen mis testículos?
¿Mis pezones?
¿Mis dientes amarillos y manchados por la vida
que victimas del efecto congelado
comenten accidentes?
Intercambia tu agrio, penetrante y prudente aire,
con el otro aire que te toca.
Pero recuerda.
Siempre recuérdalo.
Pues no amenazo de vez en cuando,
y si las circunstancias se convierten en espacio
y el espacio en tiempo,
entonces escondete.
Fíjate bien que Dios se sube la falda
para postrarse en un banco, escapando de mi verbo.
Satanás fabrica cementos en su cabeza.
Me encaramo,
Lo traspaso.
Me temen porque siempre encuentro.
Siempre recuerdo.
Todos temen cuando recuerdan que nunca olvidan.
Entonces te recuerdo que huyas
recordando.
Recordando que
Yo tampoco te buscaba.

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