06 abril 2009

Paso de Cebra



Me vi a mi mismo caminando en la acera con mi peculiar paso de Cebra, enredado entre mil y una conmociones que me encadenaban a divagar; cuando de repente me detuve de golpe, no se si por instinto o porque algún diocesillo en condena de espanto se ancló a mis anchas impidiéndome continuar.

Un impulso me hizo alzar la vista; entonces la vi. Ahí estaba la enorme boca sin cuerpo en espera de su próxima victima a engullir. A su derecha se elevaba una gran M color rojo escarlata, la cual en ese momento no entendía su significado. Esta misma me sedujo con su flamante color invitándome a pasar a los adentros de la boca. Yo cedí ante mis impulsos cual si fuese un insecto tras la luz de un farol. Me atreví a entrar.

Fui descendiendo por una lengua seca en forma de eslabones, que me condujeron ante un dique que frenaba mi paso, el cual me fue cedido luego ceder ante el halago de su autoridad con una T-10.

Continué descendiendo hasta llegar a su estomago, donde de salto imprevisto apareció frente a mi El gran Coloso, otros lo llamaban Metro. Me fui rumbo a sus adentros y me senté en el primer asiento como un gran necesitado. En su interior había un cartel donde una mujer de apariencia estrafalaria era la portada.

Cuando el Metro inició su trayecto miré el cristal ahumado que correspondía a mi asiento y vi un rostro que parecía el de un indio inmigrante en tierras extranjeras, me miró amargamente y me preguntó:

- ¿Eres loco? -
- Yo no contestaba -
- ¿Eres más o menos loco como yo? -
- Yo no contestaba -

Sentía que todos me miraban; supuse que la condena de espanto, y la gran boca, eran el pequeño circo que habían montado los dioses para sembrarme en la tragedia. Paso a paso y de forma sigilosa como si de una fiera el asecho se tratase se me acercan cual si yo fuese carne fresca.

De pronto se abrieron las puertas del Metro, y entró saludando en el interior del Coloso un olor que me hizo recordar la visita a un libro de Gulliver. La entidad entró con maquillaje de teatro, crin de caballo en la cabeza, un bolso donde guardaba esperanzas, y una copia exacta de mi paso de Cebra. No podía creerlo, era la misma mujer de la portada del cartel.

- Buenas tardes
- Nadie contestaba

Se sentó frente a mí y me clavó una mirada taciturna, e inmediatamente comprendí que había venido a salvarme. Su olor alejó a los otros mientras constantemente nos abofeteada el rostro con un impacto nasal haciéndonos palidecer. La gente dejó de mirarme para ensimismarse con dicho personaje.

Al cabo de un rato volvían a mí, entonces mi salvadora sacó su última arma del bolso de esperanzas, una avecilla.

- ¿Tenéis hambre?
- La avecilla no contestaba –

Procedió a sacar algunas galletas de su bolso, se las metía en la boca, la mordisqueaba con cautela y luego se la daba a la avecilla de boca a boca, como una madre lo haría con su cría; el ave comía como si de ambrosia se tratase. Mientras el público me había olvidado con la mirada perdida en dicho performance.

- ¿Tenéis más hambre?
- La avecilla no contestaba –


De pronto alcé la vista y vi una cadena de luces rojas, cada una con un nombre distinto. El Metro se detuvo y abrió su estomago en movimientos de puertas; fue ahí cuando pregunté para mi mismo entre dientes.

- ¿Habré llegado?
- Si, has llegado – Dijo la avecilla

Entonces salí del Metro colosal, atravesé el dique, subí por su lengua seca en forma de eslabones, salí de su enorme boca y retomé mi acera con mi peculiar paso de Cebra.


Todos los derechos reservados

1 comentario:

Liz Jolie dijo...

Te Deseo mucha suerte!
no puedo calificar tu trabajo a mi me cuesta; Porque cuando leo algo tuyo lo siento tan mio...
Este escrito me saco 2 lagrimas, 2 lagrimas q me pesan, forman parte de mi pesar...
Te Felicito, porque tu trabajo dice mucho, espero q llegues lejos porque te lo mereces y sobre todo porque el talento a ti te florece!
Amigo Te Amo...
y Ojala la vida se consagre contigo!
xoxo.-