28 julio 2012

Entrada del diario


La razón de no poder dormir, se debe a un pensamiento secular. Como un perro dando vueltas alrededor de una iglesia, cierra sus párpados antes de levantar su pata, evita ahogarse en el pozo de las muchedumbres. Sus virtudes son lánguidas como el falso esqueleto de las pupilas, su visión en línea recta apunta al farol.

¿Será dormir temprano la utopía de los que marginalmente dicen llamarse poetas? Las pupilas se dilatan, necesitan luz. El sabor miedoso de las sombras apenas embadurna de ligera saciedad el estómago de la visión. El cerebro no descansa. Se nota tenso, al igual que los cables de un alambrado mortífero que dulcemente acurruca el trino de polluelos carroñeros. Hay un hombre muerto en la palabra y vivo en el pensamiento, con su hacha martilla el recuerdo atrapado en montañas encefálicas que buscan desconectarse, y vencidas en la batalla, se abandonan al chisporroteo del insomnio y levantan al poeta, le obligan a escribir.


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